ESPAÑA | OPINIÓN
Desde las Islas Baleares

La coronación del agente FIFA

DESCONOCEMOS SI a la hora de interesarse por el Fortuna, el agente de Cristiano Ronaldo, Jorge Mendes, preguntó si en el precio del yate venía incluido un rey dentro. Aunque conociendo la mentalidad balear, pocos podrían dudar del ofrecimiento, siempre y cuando el portugués pagara los ocho millones de euros en efectivo.

En la incógnita que se nos presenta sobre el papel que debe darse a un monarca saliente, el de acompañante de agente FIFA suena menos descabellado en nuestro caso que el ensayo y la oración a los que Benedicto XVI entrega sus jornadas, o cualquier ocurrencia en la que desemboquen los juristas responsables de inventarse un sintagma que plasmar de urgencia en el Boletín Oficial del Estado.

En Baleares la coronación de Felipe VI se parece cada vez más a un peritaje en el que se examinan las huellas de la frenada de su padre, y se hace inventario ante lo que podría ser la última función del mayor espectáculo de la monarquía.

El balance de daños de un choque por alcance entre dos monarcas, uno que entraba y otro que salía de Marivent, no sólo incluye el Fortuna, símbolo al que Don Juan Carlos renunció hace meses como una abdicación en diferido, sino también una placa arrancada de los Duques de Palma, un sumario en vía Alemania, y una líder socialista, Francina Armengol, que tras 16 años reinando por la cosa pública, reclama un cambio de régimen como si ella también se empezara a hartar de aguantarse a sí misma.

De momento, para que las aguas vuelvan a su cauce, las fugas de la piscina del Príncipe en Son Vent, en el antiguo pabellón militar en el complejo de Marivent, ya han sido reparadas con cargo al presupuesto de 2013. Un símbolo de estabilidad cortesana que esconde una estudiada estrategia empresarial por buscar lo que denominan la imagen de mayor retorno publicitario, la de que los nuevos Reyes también decidan veranear en Palma.

El empresariado balear ya ha aprendido del error de gastarse un millón de euros en el estabilizador antitormentas que colocó en el casco del Fortuna en lugar de en las caderas del monarca. Pero a veces parecían los únicos que no se habían dado cuenta de que el drama de la Corona no era evitar que al poner un vaso con agua en la mesa del salón del yate durante una tormenta, éste no se moviera, sino que cuando ponían el mismo vaso en Marivent el agua se movía.

@rfcolmenero77