ESPAÑA | OPINIÓN
Desde Baleares

El año de la cabra

SÓLO ahora que los peritos se han visto incapaces de determinar en qué alcoba de Pedralbes Urdangarin ponía a la Infanta Cristina mirando para inopia, el juez Castro se ha visto forzado a sentarla en el banquillo por delito fiscal y blanqueo de capitales.

Presuponer conocimientos fiscales y contables en una empleada de banca resulta mera conjetura a ojos de la Fiscalía, deslizando que desde su mesita en La Caixa Cristina de Borbón se dedicaba al desmontaje de bolígrafos y al masticar de sus muelles. Pero aún más excesivo parece imputarla a sus 49 años de despreocupación en el origen del dinero, o que de repente sea agravante que su procedencia sea, como siempre ha sido, el pueblo.

Quizá por ello Baleares chapotea en la esquizofrenia de adecentar Marivent para Felipe VI, y la amenaza de retirarles la medalla de oro a los Duques de Palma. Aunque dado que fue Jaume Matas quien se la concedió en 1998, no hay que descartar que se acabe desintegrando sola.

Cuando el juez Castro emprendió el camino del sable, ese arte marcial japonés en el que desahoga sus desengaños a golpe de katana, no imaginó que el dar cera y pulir cera desembocaría en una muñeca adiestrada para imputar en 167 folios, y la sintaxis que demanda una Fiscalía al acecho un alejandrino con sinalefa.

Si los samuráis pueden parar el latido de su propio corazón, algo así le debió pasar a Castro cuando escuchó a la defensa de la Infanta argumentar que fue la fe en el matrimonio y el amor a su marido lo que la hizo soltarse la melena para que Urdangarin escalara el balcón de las subvenciones públicas. "Amor, matrimonio y desconfianza son incompatibles", clamó la defensa, agitando los sustantivos como los pechos de las ciclistas que el duque adjuntado empalmaba en sus correos.

El amor nunca ha servido de eximente para ablandar el corazón de monje shaolin que late bajo la toga de Castro, por el despecho que sufrió por parte del fiscal Horrach para este último tango, tras años untando de mantequilla un mazo que ha deslizado tantos aforados hasta la cárcel de Palma, que podrían formar grupo parlamentario propio.

El escrito de hoy confirma que Castro, en contra de lo argumentado por algunos, tiene la prisa y la cordura suficientes para querer deshacerse del proceso cuando antes, o al menos antes de 2015, año de la cabra en el calendario japonés, con todo lo que eso supone.

@rfcolmenero77